Feliz Año: un thriller hecho en casa

Por Fernando Carrero

El cortometraje venezolano Feliz año continúa su recorrido por importantes festivales internacionales. Recientemente fue seleccionado para competir en el 11° Latino and Native American Film Festival (LANAFF). El evento tendrá lugar en New Heaven, Estados Unidos y en esta edición se realizará de forma virtual del 24 de abril al 1 de mayo de 2021. Producido por El Grito y dirigido por Daniel Peñaloza, se trata de un thriller enmarcado en la quema del año viejo al final de diciembre.

Si quisiéramos resumir la tradición del año viejo, podríamos decir que es una figura humana hecha con material de reciclaje, incluyendo trozos de tela, papel periódico, prendas de vestir, entre otros. En el estado Táchira, todo inicia durante los últimos días del año, cuando personas de diferentes edades participan en la elaboración de un muñeco que representa el año que termina. El objetivo es quemarlo cuando el reloj marque las 12 de la noche y eliminar a través del fuego todas las circunstancias adversas que han sucedido a lo largo del año, y por qué no, también conjurar las posibles adversidades del año que comienza. En algunos casos el ritual es familiar, en otros, incluye comunidades enteras.

Para los niños, el Año viejo tiene características lúdicas. Durante los días previos al 31 de diciembre, los más jóvenes sacan el muñeco a la calle y cierran el paso a los conductores de la carretera para pedir dinero, con el objetivo de comprar fuegos artificiales. Por norma general, mientras más detonaciones haga el año viejo, mucho mejor, por lo que la idea es recaudar suficiente dinero.

En el cortometraje Feliz año, Peñaloza utiliza como excusa la víspera de Nochevieja para elaborar un thriller que logra la tensión propia del género, pero sin llegar al estilo típico de las películas hollywoodenses. Por el contrario, destacan en este trabajo los silencios y los sonidos ambientales, así como la ausencia de música incidental, que en este caso no resulta necesaria para crear la atmósfera.

En este trabajo cinematográfico destaca el guión firmado por el mismo director, que concentra toda la atención en 3 personajes con perfiles bien definidos, creando de esta forma una historia compacta, que más allá del diálogo está basada en las acciones de los personajes. En Feliz año, Peñaloza repite las figuras del niño y la bruja malvada que trabajó en Candyland, pero esta vez habla de la curiosidad de un sujeto que ha entrado en la adolescencia.

Al personaje interpretado por Edgar Torres se le dibuja una mirada rebelde. Es el típico jovencito que transgrede, irrumpe en la propiedad privada, fisgonea, sospecha, pero que al mismo tiempo está lleno de ingenuidad, por lo que no es capaz de medir el peligro que acecha al otro lado de la calle, una característica que le queda de la niñez. Por su parte, el rol de Manuel Amaya tiene la travesura de quien está entre la niñez y la pubertad, pero todavía más inconsciente que su compañero de los posibles riesgos. Lo que a Edgar le molesta o le preocupa, a Manuel simplemente le aburre.

Por su parte, el papel de Iliana Sánchez es el de una mujer atormentada, que tras un pasado probablemente doloroso ha aprendido a fingir hasta el punto de convertirse en psicópata. En este sentido, podemos decir que la mayoría de estos temas presentes en los personajes son ya recurrentes en las películas del joven director tachirense.

Otra característica digna de mencionar es la composición de la imagen, así como el dinamismo de la cámara en mano, que forma parte del estilo particular del realizador y le imprime realismo a sus historias. Asimismo, vale la pena destacar el trabajo del equipo de arte, que no sólo acompaña de cerca la propuesta del director, sino que logra potenciarla.

En cuanto a la fotografía, podemos decir que tampoco es típica del thriller, sobre todo porque la acción se desarrolla en el día. Sin embargo, el fotógrafo consigue escenas de interior bastante naturales, que resultan coherentes con el arte y la propia historia.

Para finalizar, debemos señalar que el cortometraje Feliz año también fue seleccionado en 2020 para participar en el Best of Latin America Short Film Festival de California, en Estados Unidos, de modo que no es la primera vez que será proyectado a nivel internacional.