“The act of killing” El drama del 15 de octubre

Por Andrés Ricardo Carvajal

Tinta, como sangre, se ha derramado en varios blogs sobre el documental de Joshua Oppenheimer “The act of killing”, en donde el grupo paramilitar Pemuda Pancasilla, del régimen de Suharto en Indonesia recrea, con un equipo de cine profesional, una cinta propagandística en donde explican a un grupo de realizadores que son hijos de víctimas de sus crímenes en contra de los comunistas en los años 60, la justificación de sus asesinatos con efectos especiales.

La frase de cajón: “Se imaginan hacer ese mismo experimento documental en Colombia” se ha leído en varias entradas en los medios; pero en este blog intentaré hacer un paralelo y decirles que en materia de documentales sobre asesinos, Colombia le ha ganado casi en un siglo de diferencia a esta cinta nominada (y lastimosamente perdedora) de los premios Oscar 2013 frente a otro documental más de músicos fracasados que la vida les da otro chance.

Fotograma ‘The act of killing’

Y es que “The Act of killing” habla de grupos paramilitares liderados por un tal Mancu…Digo Marzuky. aceptados por el gobierno, con sus líderes pavoneándose por los mercados populares y extorsionando a pequeños comerciantes con amenazas; o riéndose de saber cómo estrangulaban a sus víctimas a ritmo de música alegre, solo que en este caso no eran motosierras ni vallenatos y rancheras; o lanzándose a puestos públicos; o hablando de cómo sobornan los políticos para que aplaudan en sus arengas; o siendo invitados a talk shows de quinta y tratados como héroes; o vanagloriándose de cómo ellos (y sus enemigos comunistas y sus amigos soldados) violaban niñas de 14 años como premios a sus hazañas; o no sintiendo miedo si el tribunal de La Haya los llama a juicio; o siendo apoyados por empresarios que se ufanan de sus joyas y tierras; o con editores de medios impresos de comunicación sirviendo de chivos expiatorios y periodistas colegas haciéndose los de la vista gorda. No hablaré de ese paralelo, ni siquiera las escenas de la cinta que solo pueden ser calificadas de Macondianas como gente saliendo de pescados gigantes de hojalata, o víctimas agradeciéndole a sus victimarios de haberlos enviado al cielo y entregándoles medallas, o monos comiendo sangre humana. Ese no es el punto y mi texto no va a polemizar o politizar el asunto.

Póster ‘The act of killing’ (Filmaffinity)

Simplemente vengo a enunciar una historia propia de este país de anécdotas pintorescas y violentas, en donde se comprueba que Joshua Oppenheimer no fue el primero en pagarle a los victimarios para recrear sus asesinatos en la pantalla, y no me refiero a Caracol pagándole a Andrés López (no el humorista sino el ex paramilitar que ahora sale con mujeres de la crema y nata de la “farándula” colombiana) para realizar la laureada serie “El Cartel de los sapos”:

Colombia es pionera en el tema de pagarle a los asesinos incluso un siglo antes de yo redactar este intento de artículo.

En el ensayo “Cine colombiano: uno se mira para verse” de Diego Rojas se puede leer lo siguiente:

En su Álbum del Sagrado Corazón del cine colombiano, texto tan entrañable y documentado como inédito hasta hoy, Hugo Chaparro nos cuenta:
Películas extraviadas en el deterioro, sencillamente, en el olvido. El drama del 15 de octubre (1915), continúa en la memoria por el riesgo que supuso a los Di Domenico mostrar la realidad nacional con una insospechada audacia. El general Rafael Uribe Uribe, héroe de la Guerra de los Mil Días, fue asesinado el 15 de octubre de 1914 por los artesanos Galarza y Carvajal, protagonizando una de las tantas y monumentales ironías en la historia del país: se dice que la tarde del asesinato, Uribe se dirigía al Capitolio a presentar, en una sesión del Congreso, un proyecto de ley sobre indemnización por accidentes de trabajo.
El ingenio de la película fue el motivo del fracaso que la condenó a las tinieblas luego de exhibirla cautelosamente “En Girardot” – cita Chaparro- fue disparado por mano desconocida un tiro revólver sobre el retrato del extinto , impreso al principio de la película en cuestión..”
Las protestas por El drama… No se hicieron esperar, resultaba algo más que inconcebible que se les pagara a los asesinos reales por encontrar en la ficción el sórdido papel que habían tenido en la realidad: que salieran día tras día de la cárcel para escenificar ante una cámara su historia, que se les viera “gordos, satisfechos y envalentonados”, comerciando con “su triste y aterradora celebridad”.

“Cine colombiano: uno se mira para verse” de Diego Rojas
Fotograma ‘The act of killing’

Una lástima no poder visionar esta cinta de los pioneros del cine colombiano , los hermanos Di Domenico, y poder ver a los Anwar Congo de la época.

Naturalmente si se repitiera ese ejercicio con algún ex paramilitar narrando como perpetraban sus masacres, tal vez los colombianos no se indignen de verlos “gordos, satisfechos y envalentonados”, comerciando con “su triste y aterradora celebridad”., sino se alegren como los indonesios con sus salvadores paramilitares; como se han alegrado acá con “Los 3 Caines” y cualquier narconovela o narcopelícula que se estrena con bombos y platillos en las salas de cine y les roba público a las pequeñas cintas independientes como “The act of killing” que pasó sin pena ni gloria por las salas colombianas.

Los Di Domenico nacieron en una época distinta, en una época que no se congraciaba con sus asesinos y los llamaba “Salvadores”.

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